El intestino grueso, formado por el colon y recto, es la última porción del tubo digestivo y se encarga de la absorción final del agua y electrolitos de los alimentos digeridos formando la materia fecal, así como de su transporte y reservorio. La pared del intestino grueso está conformada por distintas capas de tejido, la más interna de ellas se denomina mucosa y cuando sus células presentan alguna anormalidad en el crecimiento, dan origen a lesiones denominadas “pólipos”. Éstos últimos pueden ser de diferentes tipos y poseer distinto potencial maligno, y si bien la mayor parte de ellos no progresan a cáncer, la mayoría de los tumores malignos del colon y recto se originan de pólipos. Éstas lesiones precursoras rara vez producen síntomas, y su detección precoz permite la resección de los mismos por endoscopía sin necesidad de una cirugía mayor, con la consecuente curación, de allí surge la importancia de realizar estudios de screening, aún en ausencia de síntomas...