Jueces Históricos

Antonio Sagarna

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Oriundo de la localidad entrerriana de Nogoyá, donde se habían establecido sus progenitores de origen vasco, Antonio Sagarna, ministro de la Corte entre 1928 y 1947, provenía de una familia inmigrante y trabajadora. Su madre, Antonia Barnetche, y su padre, homónimo suyo, le inculcaron el valor del estudio, la solidaridad, el esfuerzo y el compromiso con el desarrollo de la sociedad que los había acogido.

Nacido el 11 de octubre de 1874, estudió en el Colegio Nacional de Concepción del Uruguay antes de trasladarse a Buenos Aires para cursar la carrera de abogacía. Se graduó en 1899 con una tesis sobre expulsión de extranjeros, y en sus primeros años de profesión alternó la docencia (dio clases en escuelas fundadas por William Morris, en secundarios de Rosario y de su ciudad, y en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad del Litoral) con la función judicial: ocupó diversos cargos en el Supremo Tribunal de Entre Ríos y en otros órganos jurisdiccionales de su provincia, para luego incursionar en política.

Militante radical, fue diputado provincial en 1913; al año siguiente, ministro de gobierno en el gabinete del mandatario Miguel Laurencena (a quien, casualmente, reemplazaría años después en la Corte Suprema), y en 1919 lo designaron embajador argentino en Perú.

En la década posterior asumió nuevos desafíos, como interventor en la Universidad de Córdoba (1922) y, desde 1923, ministro de Justicia e Instrucción Pública durante casi todo el mandato de Marcelo T. de Alvear. Su gestión se centró principalmente en la fundación y equipamiento de instituciones educativas. Con acuerdo del Senado, el propio Alvear lo nombró juez de la Corte en lugar del fallecido Laurencena. Prestó juramento el 10 de septiembre de 1928, a los tres días de que se firmara el decreto de su designación. Los registros históricos coinciden en señalar que desempeñó el cargo con devoción y compromiso, exhibiendo una notable lucidez argumental en sus disidencias y demostrando una particular sensibilidad frente a casos laborales y temas de impacto social.

La historia era otra disciplina que acaparaba su interés, tal como lo reflejan múltiples artículos y ensayos de su autoría: “En torno a la organización nacional”, “Urquiza, el histórico”; “Urquiza en la administración pública” y “El Colegio del Uruguay”, entre otros. Miembro de las academias nacionales de Historia y de Derecho y Ciencias Sociales, publicó –además– el libro “Pláticas docentes”, que compila discursos y conferencias sobre educación.

A lo largo de sus casi dos décadas en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y hasta su destitución por medio de un juicio político el 30 de abril de 1947, compartió el tribunal con Ricardo Guido Lavalle, Roberto Repetto, José Figueroa Alcorta, Julián V. Pera, Luis Linares, Benito Alberto Nazar Anchorena, Juan Bautista Terán, Francisco Ramos Mejía y Tomás Darío Casares. Cuando Repetto renunció en 1946,

Sagarna, para entonces el ministro decano, ejerció la presidencia del cuerpo. Escribió obras sobre jurisprudencia y criminología, fue profesor de Derecho Ferroviario Comparado y, entre sus contribuciones al desarrollo cultural de su provincia, es recordado por haber sido uno de los fundadores del matutino “El Diario” y de la Biblioteca Popular de Paraná.

Ya retirado y alejado de la exposición pública, falleció en Buenos Aires el 28 de julio de 1949.