Jueces Históricos

Francisco de las Carreras

Retrato del juez Francisco de las Carreras

Bartolomé Mitre nombró a Francisco de las Carreras como primer presidente de la Corte Suprema. Domingo Faustino Sarmiento era quien ejercía el Poder Ejecutivo al momento de su muerte, el 28 de abril de 1870.

Los discursos que pronunciaron con motivo de su fallecimiento son el mejor reflejo del legado de De las Carreras, de sus virtudes y trayectoria.

Entre otros cargos, antes de conducir la Corte fue secretario de la Academia de Jurisprudencia, fiscal general de Buenos Aires, diputado y senador provincial, ministro de Hacienda y miembro del Tribunal Superior bonaerense.

Su carácter “modesto y sencillo”, su figura “serena y austera” y su condición de “ciudadano ilustre y hombre bueno” fueron puestos de resalto por Mitre, quien al rendirle tributo en su último adiós lo definió como “la piedra angular” de la Justicia argentina. Sarmiento, en tanto, valoró su inteligencia y su “figura moral”, y lo consideró el hombre que más se ha aproximado al modelo de juez ideal: alguien “de virtud y de ciencia, que pasa su existencia en el retiro, fuera de la corriente de los intereses mundanos, perfeccionando sus calidades morales y cultivando permanentemente su inteligencia por el estudio”.

Dado que al momento de su designación el Poder Judicial carecía de tradiciones y sus procedimientos no se hallaban reglados, “era necesario amparar a la institución naciente bajo el prestigio de un nombre altamente conocido”, dijo Sarmiento. El “padre del aula” omitió que De las Carreras no había sido la primera opción para residir el Tribunal. En su decreto del 18 de octubre de 1962 Mitre designaba en el cargo a Valentín Alsina, quien presentaría su renuncia antes de asumir, abriendo el camino para el nombramiento de De las Carreras, a sus 53 años, formalizado por decreto el 6 de enero de 1863.

Nacido el 3 de octubre de 1809 en el seno de una familia de clase alta, De las Carreras fue uno de los 15 hijos del matrimonio entre José María de las Carreras y Teresa Lezica, ambos de origen vasco. Luego de tomar clases particulares con el reconocido maestro Juan Andrés de la Peña, se formó en la Universidad de Buenos Aires y realizó prácticas en el estudio de Dalmacio Vélez Sarsfield. De su paso por la política sobresale su gestión al frente de la cartera de Hacienda provincial en la década de 1850. 

Una semblanza redactada por su tataranieta Analú de las Carreras, lo reivindica como una figura comprometida políticamente, más allá de su perfil mesurado y equilibrado: “Si bien algunos historiadores dicen que no tuvo una actuación virulenta armada contra el régimen de Rosas, fue un hombre de lucha intelectual mediante sus escritos, alegatos, fallos y dictámenes (...), actuación que le acarrea tener que permanecer oculto por largo tiempo para eludir la persecución desencadenada contra su persona”, escribió. 

Ramiro Dos Santos Freire y Diana María Queirolo, autores de la publicación “Semblanzas de los primeros ministros de la CSJN”, añaden otros datos de su biografía
académica y profesional: estudió en Córdoba antes de obtener el título de abogado en la UBA; presidió la Cámara de Justicia; fue legislador provincial y miembro del Consejo Consultivo de Gobierno, creado en 1855. Intervino en la Convención del Estado de Buenos Aires para revisar la Constitución a principios de 1860 y participó, ese año, en la Convención Nacional reunida en Santa Fe que aprobó la reforma.

De su vida privada y familiar, se conoce poco. Su tataranieta cuenta que se casó a los 43 años con una de sus cuñadas, de 24, Teresa Falçón Galle —viuda de su hermano Luis—, para lo cual debió solicitar un permiso especial en virtud de la relación de parentesco que los unía. Tuvieron 9 hijos: 5 mujeres y 4 varones.

De las Carreras presidió la Corte durante más de siete años hasta su muerte. Hoy, su busto puede verse en la Sala de Audiencias del Palacio y su retrato, en uno de los
Salones Ovales.