Jueces Históricos

Carlos Herrera

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La política, la justicia y la diplomacia fueron los ámbitos en los que el abogado entrerriano Carlos Herrera, nacido en Paraná el 5 de enero de 1902, juez de la Corte entre 1955 y 1958, desarrolló su carrera.

Su espíritu inquieto y su vocación de servicio lo llevaron, a lo largo de casi cuatro décadas de trayectoria pública, a transitar diversos rincones de la geografía argentina y mundial.

Formado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó a los 20 años, ejerció la docencia en el nivel secundario –enseñó instrucción cívica– antes de iniciar su camino en la administración de justicia en 1924 como defensor de pobres en el entonces territorio nacional de Chubut.

Entre otras funciones, fue fiscal en Río Negro (1826-1928), inspector del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública y, entre 1936 y 1938, defensor en la Cámara Federal de Bahía Blanca, paso previo a su designación como juez federal en Córdoba, fuero donde impartió justicia desde 1938 hasta 1940.

Tras una fugaz experiencia como ministro de gobierno de una de las intervenciones federales en la provincia de Buenos Aires, a partir de 1942 afrontó un nuevo desafío en la magistratura al integrar la Cámara Federal de Apelaciones de la Capital Federal. Además, asesoró al procurador general Juan Álvarez cuando el presidente de facto Edelmiro J. Farrell le encomendó la formación de un gabinete, que no llegó a presentar, en octubre de 1945.

Se mantuvo como camarista hasta que la reforma constitucional de 1949 dispuso que, para permanecer en sus puestos, los jueces necesitaban un nuevo acuerdo del Senado, confirmación que Herrera –de ideología conservadora y enfrentado al peronismo– no recibió. En 1946 había rechazado públicamente el aguinaldo concedido por el Poder Ejecutivo por considerarlo “incompatible con la dignidad de su investidura”.

Su llegada a la máxima instancia del Poder Judicial se produjo en 1955. Asumió el 7 de octubre de ese año, designado por decreto del presidente de facto Lonardi tras la remoción de los anteriores miembros de la Corte. Compartió el tribunal con Alfredo Orgaz, Manuel José Argañarás, Enrique Valentín Galli, Jorge Vera Vallejo y Benjamín Villegas Basavilbaso.

Aún ocupaba el cargo cuando en 1957 fue enviado como delegado a la Conferencia Marítima de Bruselas. La suya fue la única disidencia en el emblemático fallo “Siri”, que estableciera por primera vez la acción de amparo en el orden jurídico nacional. En su voto, argumentó que si la jurisdicción de los tribunales provenía de la ley, el hecho de que los jueces creasen nuevos procedimientos implicaba asumir facultades legislativas contrarias al principio de división de poderes.

Tuvo otras opiniones divergentes de relevancia en diversas causas. Así, por ejemplo, consideró que los corredores libres, retribuidos con comisión pero sin relación de dependencia, debían incluirse en el régimen de jubilaciones del personal
de comercio (F. 235-39 y 139). También discrepó en la liquidación de importación de mercaderías (235-649 y 854 y 236-41) y en el debate de un caso donde se analizaba la procedencia de una serie de indemnizaciones a empleados de la compañía Tiendas San Miguel.

Presentaría su renuncia el 8 de mayo de 1958, al asumir el gobierno constitucional encabezado por Arturo Frondizi, quien lo nombraría embajador argentino, primero en Suiza (1958-1981) y luego en Chile, en 1962.

Herrera falleció en Buenos Aires una década más tarde, a los 70 años, el 15 de agosto de 1972.